Filgueira y García Alén

En los veranos de C.O.U., y de primero de carrera, 1976 y 1977, con 16 y 17 años tuve la suerte de ser becario del Museo de Pontevedra. En él los chicos de 14 y 15 años, actuaban de guías y los un poco mayores, hacíamos tareas diversas de apoyo.

Me tocó trabajar en el archivo y clasificación de recortes de prensa, una selección hemerográfica muy útil para los tiempos preinformáticos.

 Los artículos de prensa diaria y especializada que marcaba Don José Filgueira y, en su caso, D. Alfredo García Alén, Director adjunto, eran preparados y clasificados en sus correspondientes “azetas” por este escribidor de ustedes. Las temáticas eran variadas y riquísimas, suficientes para cultivar al escolar más cenutrio e interesarlo en, al menos, curiosear en aquellas cuestiones, históricas, antropológicas, lingüísticas o periodísticas, sin más. 

Un valor añadido era la profusión de ejemplares disponible de publicaciones del propio Museo de Pontevedra y del Servicio de ediciones de la Diputación.
Libros y separatas de historia y arte, de Iglesias y de Monasterios: Acibeiro, Armenteira, Poio, etc. De tesoros: el de Caldas, las monedas de san Mateo de Oliveira; de monumentos megalíticos, de necrópolis, materiales y adiciones de cartas arqueológicas, pazos, castillos, etnografía, cerámica popular, folklore, personajes, cofradías,  aquello era la monda. 
Cultura gallega en estado puro, de la que se nos permitía llevarnos tal cual ejemplar que nos interesase, sin problema. A mayor abundamiento, asistir a alguna conversación entre los citados y el inolvidable Antonio Odriozola, un hombre a una camelia pegado, otro que tal baila, luego uno de mis primeros pacientes, resultaba una auténtica delicia. 
Como nuevos valores estaban por allí un jovencísimo Carlos Valle, que ya tenía la merecida vitola de sucesor, Fuentes Alende, Fariña, etc. Recuerdo el Museo abierto al mundo. Venía todo tipo de investigadores que recibían las máximas facilidades para el trabajo que fuese. El trato cordial y exquisito que siempre recibimos los chavales de parte de D. José y D. Alfredo jamás podré olvidarlo. Ahora que se ha montado esa absurda polémica sobre el Día das Letras Galegas para uno de los más brillantes polígrafos de la historia de Galicia, hay que destacar también la obra, más breve, murió a los 58 años, pero muy destacable, del profesor Alfredo García Alén, maestro, Licenciado en Filosofía y Letras y en Derecho, un hombre discreto y casi olvidado que sin duda se merece otro Día das letras galegas, con mucho más motivo, en calidad y cantidad, que bastantes de los miembros del “aparato” a quienes se les ha venido dedicando en estos tiempos. Filgueira sí, Alén también.

 

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Á Cultura Galega

Quixera lograr destas páxinas miñas que fixesen ao lector amar, por coñecer, os vellos oficios da nosa terra, si é que mira con desdén a quen os exercen, si é que pasa con indiferenza ante obras fillas do seu esforzo, móstrense na dignidade dos museos ou sáianlle ao paso no "trivium" aldeán, no feiral, na rúa, no porto...

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